September 03, 2020
Source: Bigstock
Is the new virus the biggest scam in history? There are many doubts about the official version, and skeptics or deniers are emerging all across the planet. Something good had to come from the global village of the internet to fight against the single-mindedness that too many governments are trying to impose. They may hide their smiles with an egalitarian mask, but the mind must fly free and allow itself to doubt rather than accept the new dogma. That is at least the Western tradition that was born in luminous Greece, again at war with a barbarian invasion.
Freedom has been blurred by a propaganda of fear, and government measures bring us closer to the Chinese way of life than any train on the Silk Road. That is why protests are growing all over Europe (immediately demonized by the media mask) against measures that in too many cases are as totalitarian as they are ridiculous.
A good friend calls me from vibrant Mombasa to tell me that all this is a new 9/11 orchestrated by the most powerful companies in the world. That the new virus is nowhere near as deadly as malaria. That it is being blown up to curb our rights, that the goal is to sterilize a large part of the population to make a more sustainable planet, that the expected vaccine carries an on-off control chip in our lives…
As a good plutocrat pirate, my friend hopes to circumvent the mandatory vaccine with some Kenyan black-market certificates, at least to be able to travel freely.
Who knows? It is as if there is an attempt to establish a new robotic nightmare religion. The new gurus of cyber-onanism claim that nothing will ever be the same again. Artificial intelligence is encouraged as much as natural intelligence is diminished. Algorithms dictate actions while denying free will. These are the times of the aseptic homo deus, a nanotechnological creature who pretends to live for 200 years cholesterol-free, and whose mortal sins are smoking a cigarette, drinking a toast in the bar, or having sex freely—that means permanent confinement against vital intoxication!
The acolytes of the new robotic sect are enemies of spontaneousness. In their new fervor they remind me of some bright sparks who went out with the bloody French Revolution, who wanted to found a new religion. The very cynical and mocking Talleyrand knew how to stop them: “For my part I have only one observation to make. Jesus Christ, to found his religion, was crucified and resurrected. You should have tried something similar.”
But the infected governments of this planet have taken tremendous measures to fight against the new plague. And another doubt arises from science fiction with a hippie accent: Is it possible that they are following an extraterrestrial dictate?
At the moment, another doubt of a more mundane and economic nature is timidly beating. If it is proven that the virus was invented in a Chinese laboratory and escaped through negligence, then China, to which everyone owes money, would have to face the greatest compensation in history.
The only thing I am sure of is that, this fall, my bar at home will have to be taken care of very seriously.
(The article in its original Spanish immediately follows.)
La Mayor Estafa de la Historia
¿Es el nuevo virus la mayor estafa de la historia? Hay muchas dudas al respecto de las versiones oficiales y surgen escépticos o negacionistas por todo el planeta. Algo bueno tenía que dar la aldea global de internet para luchar contra el pensamiento único que pretenden imponer demasiados gobiernos. Pueden tapar las sonrisas con la mascarilla igualitaria, pero la mente debe volar libre y permitirse dudar antes que aceptar un nuevo dogma. Esa es al menos la tradición occidental que nació en la luminosa Grecia, de nuevo en guerra contra las invasiones persas.
La libertad se ha difuminado ante la propaganda del miedo y las medidas de los gobiernos nos acercan al modus vivendi chino mucho más rápido que cualquier tren de la Ruta de la Seda. Por eso crecen por toda Europa las protestas (demonizadas inmediatamente por la mascarilla mediática) contra unas medidas que en demasiadas ocasiones resultan tan totalitarias como ridículas.
Un buen amigo me llama desde la vibrante Mombasa para decirme que todo esto es un nuevo 9/11 orquestado por las empresas más poderosas del mundo. Que el nuevo virus ni se acerca a la letalidad de la malaria. Que está siendo hinchado en una propaganda del miedo para recortar derechos. Que el objetivo es esterilizar a gran parte de la población para hacer un planeta más sostenible. Que la esperada vacuna conlleva un chip de control (on-off) sobre nuestras vidas.
Como buen pirata plutócrata, mi amigo espera burlar la vacuna obligatoria con unos certificados del mercado negro keniata, al menos para poder viajar libremente.
¿Quién sabe? Es como si hubiera un intento de establecer una nueva religión de pesadilla robótica. Los nuevos gurús del onanismo cibernético afirman que nada volverá a ser igual. Se fomenta la inteligencia artificial tanto como se pretende disminuir la natural. Los algoritmos dictan las actuaciones mientras niegan todo libre albedrío. Son los tiempos del aséptico homo deus, una criatura nanotecnóloga que pretende vivir doscientos años libre de colesterol y cuyos pecados mortales son fumar un tabaco, brindar en el bar o encamarse libremente. ¡El confinamiento permanente contra la intoxicación vital!
Los acólitos de la nueva secta robótica son enemigos de la vida espontánea. En su nuevo fervor me recuerdan a muchos iluminados que salieron con la sangrienta revolución francesa, los cuales pretendían fundar una nueva religión. El muy cínico y burlón Talleyrand supo pararles los pies: “Por mi parte solo tengo una observación que hacer. Jesucristo, para fundar su religión, fue crucificado y resucitó. Vos deberíais haber intentado algo semejante.”
Pero los contagiados gobiernos de todo el planeta han tomado tremendas medidas para luchar contra la nueva plaga. Y surge otra duda de ciencia ficción y acento hippie: ¿Es posible que estén siguiendo un dictado extraterrestre?
De momento late tímidamente otra duda de corte más mundano y económico. Si se demuestra que el virus fue inventado en una laboratorio chino y se les escapó por negligencia, entonces China, a la que todo el mundo debe pasta, tendría que hacer frente a la mayor indemnización de la historia.
De lo único que estoy seguro es que este otoño habrá que cuidar mucho el bar en casa.